El dolor y las letras.

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Vale, entiendo perfectamente que he estado desaparecido durante algún tiempo, pero todo tiene un por qué. La verdad es que desde hace un par de semanas, algunas cosas no han estado bien. Mi familia pasa por un proceso difícil; y si algo he aprendido con los años, es que es precisamente del dolor de donde nacen muchas ideas sinceras. El dolor y las letras para mí han estado muy atadas desde siempre, pues es cuando peor me encuentro, sea cual sea el motivo; más me gusta centrarme en la literatura.

Es posible que sea un proceso de evasión, y que me convierta en un completo workaholic para no enfrentar las situaciones frente a mí. Pero también conozco bastante bien mis formas de lidiar con el dolor. Y sin importar cuantas de esas maneras haya probado, la verdad es que escribir sigue llevándose todos los premios. Desde hace dos semanas he estado trabajando en un nuevo libro sin parar en ningún momento. Escribiendo desde muy temprano hasta bien entrada la madrugada; al punto que desde el minuto uno tenía bastante claro no solo el desenvolvimiento de la historia sino también todos sus giros, conflictos, clímax y final. Así que, he centrado todos mis esfuerzos en aprovechar este nivel de concentración que he tenido; sin importar cuan dentro del agujero del conejo me lleve para adelantar cuanto me sea posible en la construcción y desarrollo de la trama.

En esta oportunidad, puedo adelantarles que hasta ahora no ha nacido la necesidad de vincular esta historia, de ninguna manera, con mis libros anteriores. Como es el caso de mis primeras dos novelas. Aun así, supongo que con siete capítulos escritos, y once más por delante, puede que haya tiempo para cambiar de opinión.

Será una novela romántica, con protagonistas de personalidades complejas y muy pasionales; cuya relación verá la luz durante sus años de estudio universitario, mientras persiguen fervientemente sueños en los que quizá, solo ellos mismos creen. Estará cargada de todo tipo de situaciones, y será una historia más ligera que “Bajo los pétalos de la azalea”, orientada un público joven.

Dicho esto, me gustaría concluir diciendo que, el dolor es sin duda una emoción temible, muy fuerte; que puede revolcarte como una ola si no estás atento a la forma en que se desarrolla; pero también es cierto que puede ser un gran motor, a la hora de crear e innovar. El dolor y las letras, siempre irán de la mano para mí; por el simple hecho de que el dolor crea, a través de las letras, sensaciones poderosas en otros, cuando las usas con sinceridad; y al mismo tiempo, el escribir es posiblemente una de las mejores terapias para lidiar con el dolor en sí; ¿Cómo decirlo? Supongo que en esta mezcla he encontrado una relación de mutuo beneficio. Usando el dolor como fuente de inspiración, y la literatura como herramienta para sanarlo.

alberto-meinhardt